EXPERIENCIAS STURFER

Siempre he sido una deportista entusiasta y he entrenado regularmente para mantenerme en forma. Pero en algún momento tuve dolor de espalda, que fue empeorando. Era un dolor sordo que me recorría desde la parte baja de la espalda hasta las piernas.

Fui al médico y le expliqué mi situación. Me examinó y me dijo que tenía un problema discal. Me sorprendió y me asustó al mismo tiempo: ¿significaría eso que nunca podría volver a hacer deporte?

Sin embargo, el médico me aseguró que era posible tratar mis músculos mediante un entrenamiento específico y aliviar así el dolor. Me recomendó que primero me elastificara los músculos. Fui siete veces al terapeuta, que me enseñó ejercicios de estiramiento.

Seguí sus instrucciones al pie de la letra y empecé a entrenar. Al principio, los ejercicios me resultaban difíciles y dolorosos, pero no me rendí.  Pero tenía dificultades con los ejercicios diarios. No conseguía estirar bien, y por eso el dolor volvía a aparecer. El terapeuta me recomendó entonces el Sturfer. Al principio era escéptico, pero le creí. Pedí prestado el dinero a mis padres y compré el Sturfer. De repente, los tramos eran posibles. Al cabo de unas semanas, mi cuerpo se fortaleció y el dolor empezó a remitir lentamente. Por fin podía volver a caminar o incluso hacer footing sin molestias. ¡Qué sensación tan increíble!

Pero no sólo me sentía mejor físicamente, también había cambiado mucho mentalmente. ¡Volví a sentir más energía en mi vida que nunca!

No merece la pena quedarse sentado o inmóvil frente a la pantalla del ordenador. Necesita los estiramientos. Ahora puedo hacerlas en la pantalla sin que mi cuerpo se rebele. Aunque los comienzos sean difíciles, siempre merece la pena mantenerse activo y hacer algo por el cuerpo y la salud.

Estoy muy agradecida por no haberme rendido, porque ahora vuelvo a estar sin dolor y disfruto de mi vida al máximo.